domingo, 8 de agosto de 2010

¿CUÁL ES EL TEMA?

¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Cuestionamiento humano por excelencia. ¿De dónde venimos y adónde vamos como Humanidad y como personas? Buscamos respuestas. La ciencia en todas sus expresiones, la filosofía, la literatura, la religión, la historia... Planteos, hipótesis, teorías, ciencia ficción, experiencias, fantasías, mitos, investigaciones… Emprendimientos, exploraciones, aventuras, guerras, enfrentamientos, alianzas en busca de la verdad... ¡Es el intento de aproximarnos a la verdad!




El Hombre se lo plantea una y otra vez y se lo volverá a plantear infinitas veces más. Queremos correr el velo, descubrir el para qué de nuestra vida. De la respuesta que le vamos dando deriva la actitud y la conducta en la vida, en lo personal, como pueblo y como Humanidad. Según la respuesta corresponderá en lo personal o como grupo una vida egoísta o una vida de entrega, una vida enfocada al presente o al futuro, una vida llena de depresión o llena de entusiasmo por vivir.


Si no hay un para qué vivir nos sentimos mal. Nos deprimimos. Buscamos evadirnos en placeres del cuerpo, en el alcohol o las drogas que deprimen nuestro sentido crítico. Nos sumergimos en actividades sin un real sentido definitivo, aunque por un tiempo tenemos la ilusión de haber alcanzado el cielo con el trabajo fabuloso que conseguimos, con esa/ese compañera/compañero que conocimos y logramos pareja, con esa misión en la que nos metimos con fines sociales, políticos o religiosos... Es un camino, concreto, válido, parte de la búsqueda, pero no es nuestro destino. Más tarde o más temprano, el vacío vuelve y vuelve… Buscamos una finalidad última que abarque nuestra vida y el Universo.



Aceptamos la enorme dificultad para resolver el problema y nos declaramos agnósticos. Escapamos al problema; no lo resolvemos. Hallamos la paz. Que otros lo resuelvan. A veces encontramos el sentido en creencias llenas de misterios, difíciles de creer, pero, creemos porque son cuestión de fe. De este modo se establece un punto final a toda nueva búsqueda y se consigue la sensación de paz y seguridad. Nos convencemos o tratamos de convencernos de que es así; porque la creencia resiste el paso del tiempo, o porque son miles los que creen, o porque la creencia la inició alguien que se hizo leyenda, y sin lugar a dudas era mucho más que nosotros en valor, en conocimiento, en experiencia de vida...



Nuestra intención es tomar el problema y examinarlo con el espíritu que la Biblia revela desde siempre.  Tú y otros harán la crítica a nuestra visión y aportarán lo propio. Lo importante es avanzar en el camino a la verdad que vamos creando con nuestro andar.



Es un imperativo expresarlo. Es una urgencia. La buena noticia debe ser dicha. Este es nuestro tema. Esta es nuestra misión. La buena noticia.

1 comentario:

  1. La Biblia es un patrimonio de la Humanidad. Como todo texto adquiere vida propia. Nadie es dueño de su interpretación.
    Puede haber intereses personales o de grupo que lleven a determinadas interpretaciones, conscientes o inconscientes del uso interesado del texto para intereses propios o de grupos.

    La interpretación literal fuera de contexto o tomar mitos y leyendas al pie de la letra, como reales es origen de ritos, costumbres, ideas, creencias que llegan a ser verdaderas religiones de mayor o menor difusión. Religiones basadas en el culto a los demonios, a los ángeles y otras tantas basadas en la sanación, los milagros, objetos sagrados o personajes bíblicos tomados como dioses.

    La difundida idea de que la Biblia es la palabra de Dios lleva a que otros tomen como real palabra de Dios el uso egoísta de la misma que hicieron los líderes de un inmenso pueblo que había que disciplinar para sobrevivir en el desierto, y someterlo a enormes sacrificios para conquistar un territorio que les era esquivo. En todas las acciones importantes, sobre todo aquéllas que exigían grandes sacrificios, o bien, para imponer normas legales, sanitarias y de otros tipos se recurría a que éstas eran dictados fieles de Dios. De ahí nacen leyes inmutables por ser de supuesta iniciativa divina, dogmatismos inexplicables que perduran en el tiempo y no son respetados por nadie por anacrónicos, pero a veces son sostenidos por las jerarquías eclesiásticas como válidos.

    Autores de reconocida trayectoria en tiempos modernos se atreven a reírse de la Biblia.

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