viernes, 10 de septiembre de 2010

NACE LA RESPONSABILIDAD.

El Paraíso, el jardín del Edén y ahí el hombre desnudo entre los árboles frutales. Tenía más de lo que necesitaba al alcance de su mano para su vida placentera. Todos los animales fueron presentados al Hombre para que les pusiera nombre. Era el señor. Sin embargo la Voz les decía casi en un grito: “Dos frutas te son prohibidas: la fruta del árbol del bien y del mal, y la fruta del árbol de la vida eterna pues de comer de ellas, seríais como Dios”.



Es el mito bíblico del Paraíso terrenal. Ese primer hombre recolector de frutos, tenía más de lo necesario para su vida. Era una criatura más, sujeto a las rígidas leyes naturales. Desde el punto de vista animal, aquel hombre desnudo, desprotegido, sin pelaje, con condiciones físicas deplorables, sin garras, ni colmillos, no aventajaba a los otros animales. Pero, el Hombre fue dueño y señor de todo... Superó sus limitaciones con su inteligencia...

El mito relata el enojo de Dios con Adán y Eva cuando se tentaron y comieron del fruto del árbol del bien y del mal, pero en el fondo, todos imaginamos que ese Dios del mito disfrutó de la osadía y audacia de su criatura, que se atrevía a enfrentarlo. Tan es así, que el castigo impuesto no fue castigo; fue premio: el trabajo para procurarse su pan, la responsabilidad en la procreación y el sexo, la maternidad responsable, la conciencia y la responsabilidad de enfrentar a la muerte y encarar la vida, todo un mundo para transformar en Paraíso. El Hombre trascendía la Naturaleza, se hacía responsable, ya los instintos no serían su única ley, y tomaba conciencia de la muerte.



El Maestro ayunó por cuarenta días. Quisieron tentarlo para desviarlo de sus intenciones, pero muy firme contestó: “No sólo de pan vive el Hombre…”



Tú, hombre o mujer, eres dueño y señor de todo, para que seas más, para que seas tú, y no sólo para que tengas más y más. Lo material, el tener, es importante; pero, sin duda el llamado es a ser, ser lo que decidamos ser… Ponte en camino, a construir tu vida, a construir tu ser, todos te necesitamos.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ


Todo está pronto, el cielo, la tierra, las plantas y los animales. “Ahora hagamos al hombre” – dijo la Voz. Y hombre y mujer los creó… “Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo…Gobiérnenlo”.




El Hombre es la única materia y energía organizada viva que aporta vida espiritual al Universo. ¡El Espíritu en el Universo!



Nos dijo el Maestro: “Ustedes son la luz del mundo. Procuren ustedes que su luz brille…” La Voz había ordenado: “Gobiernen el mundo.”



Tú formas parte de una Humanidad de hombres y mujeres, únicos seres con vida espiritual, seres trascendentes. Si el imperativo de la vida es crecer y reproducirse, el imperativo del Hombre, hombres y mujeres, es llevar su luz a todos y a todas las cosas. Tanto por hacer. Gobiernen el mundo. Llénenlo de Espíritu. Tu aporte es único, sólo tú puedes regalarlo.

TODO ERA OSCURO Y TENEBROSO



Era el principio de todo. Se oyó una Voz en las tinieblas. “…Que haya luz... Que haya cielo... Que sea la tierra y el mar... Y crecieron las plantas, las hierbas y los árboles con frutos. Hubo noches estrelladas y noches de luna. Y amanecían días con el sol brillante y días de lluvia. El mar se llenó de vida, y toda clase de animales dieron vida a la tierra y las aves volaron por el aire…”



Es el Bing Bang de la Historia.



Muchos relataron la vida del Maestro. Uno de ellos, a quien el Maestro amaba mucho, empezaba así el relato del mensaje del Maestro: “En el principio era el verbo y aquél que es el verbo estaba en el principio…”



Es realmente como si todo hubiese comenzado con la finalidad de llegar a la palabra, y el único que posee la palabra es el Hombre. Y la palabra del Hombre es la manifestación del Espíritu, de la Vida. ¡Buena noticia!...

4. El fracaso de Adán y Eva.

Eran los primeros tiempos del Hombre. Aún le pesaba todo el bagaje de respuestas innatas a las emociones. El Señor vio que era demasiada la maldad del hombre en la tierra y que éste siempre estaba pensando en hacer lo malo, y le pesó haber hecho al Hombre.




El discernimiento entre el bien y el mal es la herramienta para que el hombre siga el camino del bien. Toma conciencia de su mundo circundante, supera los instintivos impulsos de darse placer y el mejor lugar para sí y actúa conforme a las necesidades suyas, pero también de su entorno material y humano del que se siente responsable.



Este discernimiento no obliga a tomar ese camino. El hombre puede responder con sus instintos, si él así lo decide; puede elegir. Responder con los instintos puede ser bueno en muchos casos. Casi siempre será un bien para el individuo; pero, ¿para el resto y para el entorno? En algunos casos los límites son difíciles o imposibles de determinar entre lo uno o lo otro. Es un proceso. Se aprende a discernir. No todo es blanco o negro. En otros casos la posibilidad de equivocarse es una alternativa muy posible. Tan importante para el desarrollo personal o colectivo es embocar o equivocar el camino. El acierto y el error son imprescindibles para avanzar, son parte del proceso. Se aprende al andar.



Para el mito del Paraíso el hombre es humano por su capacidad de discernir para realizar el bien, aunque frecuentemente elija el mal como camino, o apague su conciencia para no tener que decidir. Valió la pena el riesgo. Se inició un camino. No fue un fracaso. Se necesita mucho más camino. Corrijo entonces el título: el aparente fracaso de Adán y Eva.



La buena noticia: Pedro se puso de rodillas delante del Maestro y le dijo: “Apártate de mí, que soy un pecador”. El maestro le replicó: “No tengas miedo…”. Más tarde haría confianza en él para que fundara una iglesia…



Tú, que muchas veces no puedes evitar elegir tu propia conveniencia, elegir el mal y rechazar el bien, que con frecuencia equivocas el camino, no temas. Contamos contigo. No será lo mismo sin ti.