El Paraíso, el jardín del Edén y ahí el hombre desnudo entre los árboles frutales. Tenía más de lo que necesitaba al alcance de su mano para su vida placentera. Todos los animales fueron presentados al Hombre para que les pusiera nombre. Era el señor. Sin embargo la Voz les decía casi en un grito: “Dos frutas te son prohibidas: la fruta del árbol del bien y del mal, y la fruta del árbol de la vida eterna pues de comer de ellas, seríais como Dios”.
Es el mito bíblico del Paraíso terrenal. Ese primer hombre recolector de frutos, tenía más de lo necesario para su vida. Era una criatura más, sujeto a las rígidas leyes naturales. Desde el punto de vista animal, aquel hombre desnudo, desprotegido, sin pelaje, con condiciones físicas deplorables, sin garras, ni colmillos, no aventajaba a los otros animales. Pero, el Hombre fue dueño y señor de todo... Superó sus limitaciones con su inteligencia...
La inteligencia del Hombre lo enfrentó al desafío: “¿Cuánto que no se animan a comer de este fruto?” Adán y Eva corrieron el riesgo. Fue una decisión de pareja. Comieron del fruto prohibido, el del bien y el mal. Hombre y mujer en igualdad de condiciones y en igualdad de responsabilidades. Discernir entre el bien y el mal los transformó; los hizo humanos; pero, tenía consecuencias. Debían abandonar el Paraíso.
El mito relata el enojo de Dios con Adán y Eva, pero en el fondo, todos imaginamos que ese Dios del mito disfrutó de la osadía y audacia de su criatura. Tan es así, que el castigo impuesto no fue castigo; fue premio: el trabajo para procurarse su pan, la responsabilidad en la procreación y el sexo, la maternidad responsable, la conciencia y la responsabilidad de enfrentar a la muerte y encarar la vida, todo un mundo para transformar en Paraíso. El Hombre trascendía la Naturaleza, se hacía responsable, ya los instintos no serían su única ley, y tomaba conciencia de la muerte.
Para ser fieles a la verdad, el Hombre abandonó el Paraíso, pero entró en otro Paraíso donde el verdadero alimento está al alcance de su responsabilidad y trabajo. Es un salto cualitativo, un cambio de paradigma.
Mucho habría que recorrer aún para que un nuevo Adán se arriesgue y coma del otro fruto, el de la vida eterna; el otro gran desafío.
La buena noticia: “Maestro, he cumplido los mandamientos desde joven. ¿Qué debo hacer?”. Cariñosamente le contestó: “Vende todo y da a los pobres”. Conseguirás más construyendo justicia, creando fraternidad…
El Maestro ayunó por cuarenta días. Quisieron tentarlo para desviarlo de sus intenciones, pero muy firme contestó: “No sólo de pan vive el Hombre…”
Tú, hombre o mujer, eres dueño y señor de todo, para que seas más, para que seas tú, y no sólo para que tengas más y más. Lo material, el tener, es importante; pero, sin duda el llamado es a ser, ser lo que decidamos ser… El tener viene por añadidura.
La alegría de vivir… Reflexiones en continua revisión para adultos creyentes y no creyentes; una manera de leer la biblia, una forma de escucharla más allá de las creencias; somos un grupo de reflexión, hombres y mujeres, en el mundo, hoy, en camino, en búsqueda. Queremos tu opinión, tu palabra, tu mensaje... Julio 2010.
sábado, 21 de agosto de 2010
domingo, 8 de agosto de 2010
2. HOMBRE Y MUJER LOS CREÓ…
Todo está pronto, el cielo, la tierra, las plantas y los animales. “Ahora hagamos al hombre” – dijo la Voz. Y hombre y mujer los creó… “Tengan muchos, muchos hijos; llenen el mundo…Gobiérnenlo”.
La vida con el Hombre da un salto cualitativo. El hombre es un ser trascendente. Es trascendente porque puede objetivarse a sí mismo, puede conocerse. Es trascendente porque se integra a la cultura abarcando vivencias, conocimientos de otros individuos de tiempos pasados y presentes y contribuye con su aporte personal, propio y único a la cultura de su tiempo y lugar; y, no sólo esto, trasciende su tiempo y lugar y su aporte es a la historia. Es trascendente porque puede responder responsablemente a los requerimientos del entorno material y humano. Es trascendente porque puede integrarse conciente y libremente a otros, a la comunidad, al universo, al Todo. Es trascendente porque puede contagiar su espíritu en su tiempo y lugar, pero también más allá de su espacio y de su tiempo. Es trascendente porque puede amar a vivos y difuntos, y puede ser amado aun después de muerto.
Hombre y mujer los creó… El hombre y la mujer se enamoran, se desean, se poseen; pero, cuando logran formar pareja, sin dejar de estar enamorados o no, superan la relación posesiva y desean la realización del otro, superan la unión de cuerpos, hay comunión de intimidades. Aman. La vida de pareja en el Hombre es la evidencia de la capacidad de amar. Es la evidencia de la unidad en la diversidad. Es la evidencia de la comunión. Es la evidencia del Espíritu más allá de la persona. ¡Hombre y mujer!
El Hombre es la única materia y energía organizada viva que aporta vida espiritual al Universo. ¡El Espíritu en el Universo!
La buena noticia: Nos dijo el Maestro: “Ustedes son la luz del mundo. Procuren ustedes que su luz brille…” La Voz había ordenado: “Gobiernen el mundo.”
Tú formas parte de una Humanidad de hombres y mujeres, únicos seres con vida espiritual, seres trascendentes. Si el imperativo de la vida es crecer y reproducirse, el imperativo del Hombre, hombres y mujeres, es llevar su luz a todos y a todas las cosas. Tanto por hacer. Gobiernen el mundo. Llénenlo de Espíritu. Tu aporte es único, sólo tú puedes regalarlo.
La vida con el Hombre da un salto cualitativo. El hombre es un ser trascendente. Es trascendente porque puede objetivarse a sí mismo, puede conocerse. Es trascendente porque se integra a la cultura abarcando vivencias, conocimientos de otros individuos de tiempos pasados y presentes y contribuye con su aporte personal, propio y único a la cultura de su tiempo y lugar; y, no sólo esto, trasciende su tiempo y lugar y su aporte es a la historia. Es trascendente porque puede responder responsablemente a los requerimientos del entorno material y humano. Es trascendente porque puede integrarse conciente y libremente a otros, a la comunidad, al universo, al Todo. Es trascendente porque puede contagiar su espíritu en su tiempo y lugar, pero también más allá de su espacio y de su tiempo. Es trascendente porque puede amar a vivos y difuntos, y puede ser amado aun después de muerto.
Hombre y mujer los creó… El hombre y la mujer se enamoran, se desean, se poseen; pero, cuando logran formar pareja, sin dejar de estar enamorados o no, superan la relación posesiva y desean la realización del otro, superan la unión de cuerpos, hay comunión de intimidades. Aman. La vida de pareja en el Hombre es la evidencia de la capacidad de amar. Es la evidencia de la unidad en la diversidad. Es la evidencia de la comunión. Es la evidencia del Espíritu más allá de la persona. ¡Hombre y mujer!
El Hombre es la única materia y energía organizada viva que aporta vida espiritual al Universo. ¡El Espíritu en el Universo!
La buena noticia: Nos dijo el Maestro: “Ustedes son la luz del mundo. Procuren ustedes que su luz brille…” La Voz había ordenado: “Gobiernen el mundo.”
Tú formas parte de una Humanidad de hombres y mujeres, únicos seres con vida espiritual, seres trascendentes. Si el imperativo de la vida es crecer y reproducirse, el imperativo del Hombre, hombres y mujeres, es llevar su luz a todos y a todas las cosas. Tanto por hacer. Gobiernen el mundo. Llénenlo de Espíritu. Tu aporte es único, sólo tú puedes regalarlo.
1. TODO ERA OSCURO Y TENEBROSO…
Era el principio de todo. Se oyó una Voz en las tinieblas. “…Que haya luz... Que haya cielo... Que sea la tierra y el mar... Y crecieron las plantas, las hierbas y los árboles con frutos. Hubo noches estrelladas y noches de luna. Y amanecían días con el sol brillante y días de lluvia. El mar se llenó de vida, y toda clase de animales dieron vida a la tierra y las aves volaron por el aire…”
Milenios de evolución y henos aquí en un planeta, en medio de un Universo gigante. En ese Universo existe la materia y existe la energía. ¡Materia y energía!
En un segundo nivel de complejidad, la vida, sin dejar de ser materia y energía, es un salto cualitativo. Esa materia y energía organizada en animales, vegetales, microorganismos... aprovecha el entorno, y es capaz de reproducirse. ¡La vida!
Su finalidad es la vida misma, multiplicarse y adaptarse cada vez más al medio. Algunas especies no lo logran y desaparecen. Otras se transforman. Aparecen nuevas especies. Llevan vida a los más recónditos lugares del planeta. Y la vida está en los bosques, las selvas, las praderas, en los ríos y arroyos, en las lagunas y en los mares, pero también, en los desiertos, en lo alto de las montañas y volcanes, en las profundidades de los océanos, y en la profundidad de la tierra…
Maravillosos son los mecanismos de adaptación al medio, y sorprendentes los mecanismos para contactar con otros individuos, defenderse de ellos o utilizarlos de alimento o integrarlos vivos a sus propias vidas en una perfecta simbiosis. Más maravillosa y sorprendente es la reproducción de la vida, la memoria genética, el contactar gametos.
En cada tiempo y lugar se logra un equilibrio dinámico en continua evolución o en ciclos establecidos de vida, muerte y un nuevo renacer. El mito bíblico de la creación describe procesos. Es un mundo siempre en construcción. Y en ese mundo, el Hombre, no como accidente, sino como fin…
La buena noticia: “Mirad las aves del cielo, no siembran, no tienen graneros. Siempre encuentran su alimento. Mirad los lirios del campo. Les aseguro que ni el rey Salomón en medio de toda su gloria se vistió de tal manera… Ustedes valen mucho más que las aves del cielo y los lirios del campo…”- les explicaba el Maestro a sus discípulos.
Años más tarde, uno de ellos, a quien el Maestro amaba mucho, empezaba así el relato del mensaje del Maestro: “En el principio era el verbo y aquél que es el verbo estaba en el principio…”
Todo un mundo imponente que se manifiesta en una expresión de vida entre nosotros que vivimos en este insignificante punto del espacio, espera que tú y todos los que vivieron, viven y vivirán, lo colmemos de Vida con mayúscula, de Espíritu.
Es realmente como si todo hubiese comenzado con la finalidad de llegar a la palabra, y el único que posee la palabra es el Hombre. Y la palabra del Hombre es la manifestación del Espíritu, de la Vida. ¡Buena noticia!...
Milenios de evolución y henos aquí en un planeta, en medio de un Universo gigante. En ese Universo existe la materia y existe la energía. ¡Materia y energía!
En un segundo nivel de complejidad, la vida, sin dejar de ser materia y energía, es un salto cualitativo. Esa materia y energía organizada en animales, vegetales, microorganismos... aprovecha el entorno, y es capaz de reproducirse. ¡La vida!
Su finalidad es la vida misma, multiplicarse y adaptarse cada vez más al medio. Algunas especies no lo logran y desaparecen. Otras se transforman. Aparecen nuevas especies. Llevan vida a los más recónditos lugares del planeta. Y la vida está en los bosques, las selvas, las praderas, en los ríos y arroyos, en las lagunas y en los mares, pero también, en los desiertos, en lo alto de las montañas y volcanes, en las profundidades de los océanos, y en la profundidad de la tierra…
Maravillosos son los mecanismos de adaptación al medio, y sorprendentes los mecanismos para contactar con otros individuos, defenderse de ellos o utilizarlos de alimento o integrarlos vivos a sus propias vidas en una perfecta simbiosis. Más maravillosa y sorprendente es la reproducción de la vida, la memoria genética, el contactar gametos.
En cada tiempo y lugar se logra un equilibrio dinámico en continua evolución o en ciclos establecidos de vida, muerte y un nuevo renacer. El mito bíblico de la creación describe procesos. Es un mundo siempre en construcción. Y en ese mundo, el Hombre, no como accidente, sino como fin…
La buena noticia: “Mirad las aves del cielo, no siembran, no tienen graneros. Siempre encuentran su alimento. Mirad los lirios del campo. Les aseguro que ni el rey Salomón en medio de toda su gloria se vistió de tal manera… Ustedes valen mucho más que las aves del cielo y los lirios del campo…”- les explicaba el Maestro a sus discípulos.
Años más tarde, uno de ellos, a quien el Maestro amaba mucho, empezaba así el relato del mensaje del Maestro: “En el principio era el verbo y aquél que es el verbo estaba en el principio…”
Todo un mundo imponente que se manifiesta en una expresión de vida entre nosotros que vivimos en este insignificante punto del espacio, espera que tú y todos los que vivieron, viven y vivirán, lo colmemos de Vida con mayúscula, de Espíritu.
Es realmente como si todo hubiese comenzado con la finalidad de llegar a la palabra, y el único que posee la palabra es el Hombre. Y la palabra del Hombre es la manifestación del Espíritu, de la Vida. ¡Buena noticia!...
REFERENCIA BIBLIOGRAFICA.
La Biblia relata la historia de la Humanidad a través de la historia de un pueblo, sus leyendas y sus mitos, proverbios y salmos. Ese pueblo tuvo la desgracia o la suerte de ser por mucho tiempo una nación itinerante, vivió exilios prolongados, tomó contacto con civilizaciones con largos procesos de pensamiento religioso y desarrollo humano. La novedad de este pueblo consistía en que tenían un único Dios, eran monoteístas, aseguraban que era el único Dios verdadero, creador de todo y de todos, cielos y tierra, y todo lo que en ella habita.
Se autodefinía como pueblo elegido, pueblo de Dios. El pueblo era celoso de su dios y no lo compartía; para ellos era el dios de sus ejércitos, el dios de Israel que había pactado con ellos y los llevaría a una tierra de promisión. En la realidad, el pueblo se resistía a creer en un Dios de todos, de los hijos propios y ajenos, y continuamente se apartaban de los caminos de Dios. Pero, Dios se acordaba de ellos y les enviaba profetas.
El personaje central de esta historia, no es el pueblo, es Dios. Su pueblo era el depositario del mensaje de Dios, sus revelaciones, sus promesas, sus amenazas, sus sucesivos pactos. Dios, un dios bueno creador de todo y de todos y que ama a los hombres, participa en la vida de la Humanidad, inflexible en su determinación de recuperar a los hombres y hacerlos más humanos. El pueblo, que se autoproclamaba pueblo de Dios, abiertamente no entiende, e insiste en seguir adorando ídolos. Dios siempre los perdonaba porque ellos no entendían.
Los líderes de ese pueblo recurren al nombre de Dios y usan a Dios para imponer con autoridad divina leyes, normas de convivencia, normas sanitarias, ritos y rituales, tributos e impuestos, y el nombre de Dios aparece atrás de verdaderos abusos, sometimientos, genocidios, de crímenes y asesinatos. Todo se relata sin ocultar nada, ellos creían en su dios y creían hacer la voluntad de Dios. Los profetas vuelven una y otra vez para pedirles que vuelvan a Dios.
La historia culmina con el Nuevo Testamento, cuyo personaje central es un hombre venido al mundo por obra y gracia del Espíritu, Jesucristo, que era hijo de Dios y era Dios. A Él le correspondió dar luz sobre las pistas para el camino a la verdad, la luz y la Vida con mayúscula, la vida eterna de todos los hombres vivos y muertos, dar luz a la ley y los profetas del Antiguo Testamento, dar vida a ese mensaje, hacerlo realidad en su persona. Se asumió a sí mismo como el Mesías, el camino a Dios, a la Resurrección y la Vida.
En el post scriptum, hay un relato de hechos y numerosas cartas de los que después serían llamados cristianos, seguidores de Cristo. Se trata de enfervorizar a todos para que se sumen a la propuesta asumiendo las consecuencias de vida y muerte para llegar a Vivir. Un simbólico texto, el Apocalipsis, cierra y se pone fin a la Escritura.
Se autodefinía como pueblo elegido, pueblo de Dios. El pueblo era celoso de su dios y no lo compartía; para ellos era el dios de sus ejércitos, el dios de Israel que había pactado con ellos y los llevaría a una tierra de promisión. En la realidad, el pueblo se resistía a creer en un Dios de todos, de los hijos propios y ajenos, y continuamente se apartaban de los caminos de Dios. Pero, Dios se acordaba de ellos y les enviaba profetas.
El personaje central de esta historia, no es el pueblo, es Dios. Su pueblo era el depositario del mensaje de Dios, sus revelaciones, sus promesas, sus amenazas, sus sucesivos pactos. Dios, un dios bueno creador de todo y de todos y que ama a los hombres, participa en la vida de la Humanidad, inflexible en su determinación de recuperar a los hombres y hacerlos más humanos. El pueblo, que se autoproclamaba pueblo de Dios, abiertamente no entiende, e insiste en seguir adorando ídolos. Dios siempre los perdonaba porque ellos no entendían.
Los líderes de ese pueblo recurren al nombre de Dios y usan a Dios para imponer con autoridad divina leyes, normas de convivencia, normas sanitarias, ritos y rituales, tributos e impuestos, y el nombre de Dios aparece atrás de verdaderos abusos, sometimientos, genocidios, de crímenes y asesinatos. Todo se relata sin ocultar nada, ellos creían en su dios y creían hacer la voluntad de Dios. Los profetas vuelven una y otra vez para pedirles que vuelvan a Dios.
La historia culmina con el Nuevo Testamento, cuyo personaje central es un hombre venido al mundo por obra y gracia del Espíritu, Jesucristo, que era hijo de Dios y era Dios. A Él le correspondió dar luz sobre las pistas para el camino a la verdad, la luz y la Vida con mayúscula, la vida eterna de todos los hombres vivos y muertos, dar luz a la ley y los profetas del Antiguo Testamento, dar vida a ese mensaje, hacerlo realidad en su persona. Se asumió a sí mismo como el Mesías, el camino a Dios, a la Resurrección y la Vida.
En el post scriptum, hay un relato de hechos y numerosas cartas de los que después serían llamados cristianos, seguidores de Cristo. Se trata de enfervorizar a todos para que se sumen a la propuesta asumiendo las consecuencias de vida y muerte para llegar a Vivir. Un simbólico texto, el Apocalipsis, cierra y se pone fin a la Escritura.
¿CUÁL ES EL TEMA?
¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? Cuestionamiento humano por excelencia. ¿De dónde venimos y adónde vamos como Humanidad y como personas? Buscamos respuestas. La ciencia en todas sus expresiones, la filosofía, la literatura, la religión, la historia... Planteos, hipótesis, teorías, ciencia ficción, experiencias, fantasías, mitos, investigaciones… Emprendimientos, exploraciones, aventuras, guerras, enfrentamientos, alianzas en busca de la verdad... ¡Es el intento de aproximarnos a la verdad!
El Hombre se lo plantea una y otra vez y se lo volverá a plantear infinitas veces más. Queremos correr el velo, descubrir el para qué de nuestra vida. De la respuesta que le vamos dando deriva la actitud y la conducta en la vida, en lo personal, como pueblo y como Humanidad. Según la respuesta corresponderá en lo personal o como grupo una vida egoísta o una vida de entrega, una vida enfocada al presente o al futuro, una vida llena de depresión o llena de entusiasmo por vivir.
Si no hay un para qué vivir nos sentimos mal. Nos deprimimos. Buscamos evadirnos en placeres del cuerpo, en el alcohol o las drogas que deprimen nuestro sentido crítico. Nos sumergimos en actividades sin un real sentido definitivo, aunque por un tiempo tenemos la ilusión de haber alcanzado el cielo con el trabajo fabuloso que conseguimos, con esa/ese compañera/compañero que conocimos y logramos pareja, con esa misión en la que nos metimos con fines sociales, políticos o religiosos... Es un camino, concreto, válido, parte de la búsqueda, pero no es nuestro destino. Más tarde o más temprano, el vacío vuelve y vuelve… Buscamos una finalidad última que abarque nuestra vida y el Universo.
Aceptamos la enorme dificultad para resolver el problema y nos declaramos agnósticos. Escapamos al problema; no lo resolvemos. Hallamos la paz. Que otros lo resuelvan. A veces encontramos el sentido en creencias llenas de misterios, difíciles de creer, pero, creemos porque son cuestión de fe. De este modo se establece un punto final a toda nueva búsqueda y se consigue la sensación de paz y seguridad. Nos convencemos o tratamos de convencernos de que es así; porque la creencia resiste el paso del tiempo, o porque son miles los que creen, o porque la creencia la inició alguien que se hizo leyenda, y sin lugar a dudas era mucho más que nosotros en valor, en conocimiento, en experiencia de vida...
Nuestra intención es tomar el problema y examinarlo con el espíritu que la Biblia revela desde siempre. Tú y otros harán la crítica a nuestra visión y aportarán lo propio. Lo importante es avanzar en el camino a la verdad que vamos creando con nuestro andar.
Es un imperativo expresarlo. Es una urgencia. La buena noticia debe ser dicha. Este es nuestro tema. Esta es nuestra misión. La buena noticia.
El Hombre se lo plantea una y otra vez y se lo volverá a plantear infinitas veces más. Queremos correr el velo, descubrir el para qué de nuestra vida. De la respuesta que le vamos dando deriva la actitud y la conducta en la vida, en lo personal, como pueblo y como Humanidad. Según la respuesta corresponderá en lo personal o como grupo una vida egoísta o una vida de entrega, una vida enfocada al presente o al futuro, una vida llena de depresión o llena de entusiasmo por vivir.
Si no hay un para qué vivir nos sentimos mal. Nos deprimimos. Buscamos evadirnos en placeres del cuerpo, en el alcohol o las drogas que deprimen nuestro sentido crítico. Nos sumergimos en actividades sin un real sentido definitivo, aunque por un tiempo tenemos la ilusión de haber alcanzado el cielo con el trabajo fabuloso que conseguimos, con esa/ese compañera/compañero que conocimos y logramos pareja, con esa misión en la que nos metimos con fines sociales, políticos o religiosos... Es un camino, concreto, válido, parte de la búsqueda, pero no es nuestro destino. Más tarde o más temprano, el vacío vuelve y vuelve… Buscamos una finalidad última que abarque nuestra vida y el Universo.
Aceptamos la enorme dificultad para resolver el problema y nos declaramos agnósticos. Escapamos al problema; no lo resolvemos. Hallamos la paz. Que otros lo resuelvan. A veces encontramos el sentido en creencias llenas de misterios, difíciles de creer, pero, creemos porque son cuestión de fe. De este modo se establece un punto final a toda nueva búsqueda y se consigue la sensación de paz y seguridad. Nos convencemos o tratamos de convencernos de que es así; porque la creencia resiste el paso del tiempo, o porque son miles los que creen, o porque la creencia la inició alguien que se hizo leyenda, y sin lugar a dudas era mucho más que nosotros en valor, en conocimiento, en experiencia de vida...
Nuestra intención es tomar el problema y examinarlo con el espíritu que la Biblia revela desde siempre. Tú y otros harán la crítica a nuestra visión y aportarán lo propio. Lo importante es avanzar en el camino a la verdad que vamos creando con nuestro andar.
Es un imperativo expresarlo. Es una urgencia. La buena noticia debe ser dicha. Este es nuestro tema. Esta es nuestra misión. La buena noticia.
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