miércoles, 1 de septiembre de 2010

4. El fracaso de Adán y Eva.

Eran los primeros tiempos del Hombre. Aún le pesaba todo el bagaje de respuestas innatas a las emociones. El Señor vio que era demasiada la maldad del hombre en la tierra y que éste siempre estaba pensando en hacer lo malo, y le pesó haber hecho al Hombre.




El discernimiento entre el bien y el mal es la herramienta para que el hombre siga el camino del bien. Toma conciencia de su mundo circundante, supera los instintivos impulsos de darse placer y el mejor lugar para sí y actúa conforme a las necesidades suyas, pero también de su entorno material y humano del que se siente responsable.



Este discernimiento no obliga a tomar ese camino. El hombre puede responder con sus instintos, si él así lo decide; puede elegir. Responder con los instintos puede ser bueno en muchos casos. Casi siempre será un bien para el individuo; pero, ¿para el resto y para el entorno? En algunos casos los límites son difíciles o imposibles de determinar entre lo uno o lo otro. Es un proceso. Se aprende a discernir. No todo es blanco o negro. En otros casos la posibilidad de equivocarse es una alternativa muy posible. Tan importante para el desarrollo personal o colectivo es embocar o equivocar el camino. El acierto y el error son imprescindibles para avanzar, son parte del proceso. Se aprende al andar.



Para el mito del Paraíso el hombre es humano por su capacidad de discernir para realizar el bien, aunque frecuentemente elija el mal como camino, o apague su conciencia para no tener que decidir. Valió la pena el riesgo. Se inició un camino. No fue un fracaso. Se necesita mucho más camino. Corrijo entonces el título: el aparente fracaso de Adán y Eva.



La buena noticia: Pedro se puso de rodillas delante del Maestro y le dijo: “Apártate de mí, que soy un pecador”. El maestro le replicó: “No tengas miedo…”. Más tarde haría confianza en él para que fundara una iglesia…



Tú, que muchas veces no puedes evitar elegir tu propia conveniencia, elegir el mal y rechazar el bien, que con frecuencia equivocas el camino, no temas. Contamos contigo. No será lo mismo sin ti.

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